Desarrollo psicomotor del recién nacido.

Las etapas del desarrollo de tu hijo y estrategias para apoyarlo

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Durante los primeros meses de vida, los bebés atraviesan un rápido proceso de desarrollo psicomotor, en el que comienzan a familiarizarse con su propio cuerpo, el entorno que los rodea y las figuras afectivas de referencia. Este proceso involucra una amplia gama de habilidades sensoriales, motoras, cognitivas, relacionales y sociales, todas ellas cruciales para su crecimiento y desarrollo.


En este artículo, exploraremos juntos las principales etapas del desarrollo psicomotor del bebé, así como los factores que lo influyen y las mejores estrategias para apoyarlo.

Fases o etapas del desarrollo psicomotor

Aunque la expresión etapas del desarrollo psicomotor sigue siendo muy utilizada, hoy en día se prefiere hablar de fases del desarrollo psicomotor. Esta terminología permite adoptar una concepción más flexible de los tiempos de maduración y de las formas de adquisición de habilidades, reconociendo la unicidad de cada bebé. De hecho, el desarrollo de cada niño es único, influenciado por factores genéticos y ambientales, como el vínculo con los padres y las experiencias de vida.

Las fases del desarrollo psicomotor representan momentos fundamentales en los que el niño adquiere competencias, siguiendo una secuencia universal guiada por la maduración del sistema nervioso central. Comprender y reconocer estas fases es de vital importancia para identificar posibles desviaciones en el desarrollo e intervenir a tiempo, garantizando así un adecuado apoyo y un desarrollo saludable del niño.

En general, durante el primer año de vida, las cuatro fases de desarrollo más comúnmente consideradas son:

  • 0-3 meses
  • 3-6 meses
  • 6-9 meses
  • 9-12 meses (aunque esta fase del desarrollo psicomotor puede extenderse hasta los 18 meses).

La evaluación del desarrollo psicomotor es realizada por el pediatra. Esta se lleva a cabo mediante la escala de evaluación del comportamiento del recién nacido (NBAS, por sus siglas en inglés), creada por Berry Brazelton en 1973.

A pesar de ello, el papel de los padres es fundamental. Ellos están activamente involucrados en la observación, estimulación y comprensión del comportamiento del bebé, así como en posibles correcciones necesarias.

¿Qué factores influyen en el desarrollo psicomotor del recién nacido?

El desarrollo psicomotor del recién nacido está profundamente influenciado por la calidad de las relaciones con los adultos y por el entorno que lo rodea. Cuando estas interacciones son positivas y el contexto de crecimiento es favorable, el niño puede avanzar sin problemas a lo largo de las distintas fases evolutivas.

Por ello, los adultos desempeñan un papel crucial al guiarlo y apoyarlo, siempre respetando sus tiempos y animándolo en su proceso de aprendizaje. Solo de este modo se puede no solo facilitar un adecuado desarrollo psicomotor, sino también fomentar la formación de su autoestima.

Por ejemplo, los adultos pueden promover el desarrollo de la musculatura del cuello y del tronco —fundamental para alcanzar primero la posición sentada y luego el gateo— animando al niño a jugar en posición boca abajo (tummy time) y ofreciéndole apoyo durante sus primeras experiencias sentado. El logro de esta habilidad representa un hito importante en el desarrollo motor del bebé, ya que permite una mayor autonomía en los movimientos y facilita tanto la exploración como la motricidad fina, es decir, la capacidad de realizar movimientos precisos con las manos, gracias a la coordinación entre ojos y manos y al uso independiente de los dedos.

Desarrollo psicomotor en el bebé de 0 a 6 meses

Durante los primeros 6 meses de vida, el bebé experimenta una serie de avances importantes en su desarrollo psicomotor. Estos incluyen el control de la musculatura del cuello, el desarrollo de la coordinación ojo-mano-boca y la adopción de posturas semi-sentadas, que preceden a la capacidad de sentarse de forma autónoma.

Aunque cada bebé es un caso único, en términos generales su desarrollo seguirá estas fases:


Fase 0-3 meses:

En los primeros tres meses de vida, el bebé necesita ser sostenido y sujetado durante sus actividades cotidianas. De hecho, aún no es capaz de controlar sus posiciones de forma autónoma. Por esta razón, es fundamental prestar atención al alineamiento y la estabilidad de todo el cuerpo, no solo de la cabeza. También necesita sentirse contenido y permanecer en estrecho contacto con la madre o el adulto de referencia. En general, en esta fase del desarrollo psicomotor, el portabebés resulta una herramienta muy útil para sostener y transportar al bebé. Cuando se utiliza el cochecito o la silla de paseo, se recomienda un reductor que mantenga el cuerpo alineado. El baño y el masaje, por su parte, ofrecen una experiencia sensorial y relacional de gran valor.


Fase 3-6 meses:

Durante este período, el bebé muestra avances importantes en su desarrollo psicomotor. Aumenta su interés por el entorno, mejora la coordinación ojo-mano-boca y su capacidad de interactuar con personas y objetos: es capaz de realizar sencillos juegos de intercambio interactivo, se gira hacia la persona que habla o canta, y reacciona ante su imagen en el espejo. Además, se refuerza el control de la cabeza y la parte superior del tronco, mejorando el equilibrio en posiciones horizontales e iniciando la adopción de una postura semi-sentada. Por lo tanto, este es el momento ideal para introducir los primeros juguetes y favorecer la motricidad fina, manteniendo siempre el soporte en las posiciones semi-sentadas o inclinadas.

Desarrollo psicomotor en el bebé de 6 a 12 meses (y más allá)

A partir de los 6 meses de vida, el bebé experimenta una auténtica revolución en su desarrollo psicomotor. En pocos meses, pasa de poder sentarse por sí solo a dar sus primeros pasos, siempre con el apoyo de un adulto, una pared o juguetes para primeros pasos. De este modo, comienza a explorar el mundo de forma autónoma.

Veamos las características de las dos siguientes fases:

Fase 6-9 meses:

Un bebé de 6 meses alcanza hitos motores importantes, como la capacidad de sentarse de forma autónoma y los primeros movimientos de exploración en su entorno. Este período también marca un aumento en la manipulación y la motricidad fina, como la capacidad de comer con los dedos (índice y pulgar).

A los 9 meses, debería alcanzarse la posición erguida. En esta fase, además, el bebé comienza a participar activamente en la secuencia emocional (por ejemplo, puede alegrarse al sentirse causa de un evento) y a diferenciar las distintas fases de una misma emoción.

A nivel social, empieza a tomar la iniciativa en el intercambio interactivo, experimenta los primeros logros o frustraciones en la consecución de objetivos, muestra interés por otros niños y sacude la cabeza para decir “no”.

Fase 9-12 meses:

Hacia los 9 meses, el niño se vuelve cada vez más autónomo en sus movimientos tanto horizontales como verticales, explorando el mundo que lo rodea con creciente curiosidad y seguridad.

La adquisición de la posición erguida y de los primeros pasos representa un logro muy importante, que se alcanza mediante la práctica y la exploración.

A nivel emocional, esta fase marca la capacidad del bebé para modular de manera cada vez más precisa la expresión de sus emociones.

  • Demuestra afecto y participa en juegos interactivos sencillos con adultos y otros niños, saluda con la mano e imita movimientos de los demás (como aplaudir).

¿Cómo apoyar al bebé en el proceso de desarrollo psicomotor?

Para apoyar al bebé durante el desarrollo psicomotor, es fundamental proporcionarle un entorno seguro y estimulante, junto con ejercicios específicos y una supervisión atenta.


En las primeras fases del desarrollo del bebé, es posible ayudarle a fortalecer los músculos necesarios para mantener la posición sentada animándolo a jugar en posición boca abajo, utilizando una manta o alfombra de juego para bebés, de modo que pueda desarrollar la parte superior del tronco.

El uso de juguetes interactivos también es importante para estimular el interés del bebé y fomentar su participación activa durante las sesiones de juego. Los juguetes suaves, coloridos y con diferentes texturas pueden captar la atención del niño y animarlo a alcanzar, agarrar y manipular los objetos que lo rodean, estimulando así su experiencia sensorial.


Durante las primeras experiencias de sedestación autónoma, es esencial garantizar un entorno seguro para el bebé. Se recomienda colocar cojines o alfombras suaves alrededor del bebé y permanecer siempre cerca durante las sesiones de juego.


A medida que el pequeño crece, es importante ofrecerle juegos y estímulos adecuados a su etapa de desarrollo. Entre los 6 y los 9 meses, pueden ser útiles los juguetes de múltiples actividades para estimular su curiosidad, así como los juegos de encaje o apilables, que no solo favorecen la coordinación ojo-mano, sino también la motricidad fina.


Alrededor de los 9 meses, cuando el bebé empieza a tomar mayor conciencia de sus propias emociones, pueden ser útiles los juegos educativos que lo ayuden a conocer y reconocer las emociones, como Teddy, el oso de las emociones de Chicco.


La deambulación autónoma representa uno de los hitos fundamentales en el desarrollo psicomotor del bebé, ya que contribuye tanto a su crecimiento psicológico como motor. Una vez que el bebé comienza a dar sus primeros pasos, es esencial prestar especial atención a dos elementos clave: los juguetes y el calzado.


Los juguetes montables son uno de los productos preferidos por pediatras y padres en la etapa de los primeros pasos.

Representan una excelente manera de ayudar al bebé a mejorar el control de su cuerpo, favoreciendo la exploración con un apoyo seguro y estable. Además, son perfectos para ayudarle a desarrollar el sentido del equilibrio y el desarrollo psicomotor de forma natural y espontánea.


Al mismo tiempo, elegir el calzado adecuado para los primeros pasos es fundamental: debe ser flexible en los puntos correctos, suave y con una plantilla que proporcione los estímulos adecuados al pie, para acompañar correctamente al niño en la transición de la etapa del gateo a la posición erguida.


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