Il bagnetto del neonato
I consigli su come e quando farlo

El baño del recién nacido es un ritual que va más allá de la simple higiene. Es una ocasión especial para compartir un momento de cariño y, por qué no, de juego con tu bebé, además de una oportunidad para fortalecer el vínculo entre ustedes. Aquí te damos algunos consejos para hacer que la experiencia del baño sea agradable y segura.
Cómo bañar al recién nacido
Antes que nada, organízate para tener todo lo necesario para el baño al alcance. Esto te permitirá no quitarle nunca la vista de encima a tu bebé, evitando así situaciones peligrosas: si se deja solo, el bebé podría inhalar agua o resbalarse y lastimarse. Y sobre todo, recuerda tener siempre a la mano una toalla suave para envolverlo apenas termine el baño. Prepara también el ambiente elegido, asegurándote de que esté cálido y sin corrientes de aire: mantén la temperatura de la habitación entre 20 y 23 grados, para que el recién nacido no sienta frío.
Para el baño, necesitarás una tina adecuada o también puedes usar el lavabo, siempre que sea seguro y se haya limpiado bien previamente. Llena la tina o el lavabo con 10 a 15 cm de agua como máximo. La temperatura del agua es fundamental: debe estar entre 36 y 37 grados. Revísala siempre, al menos las primeras veces, con un termómetro digital.
Llegó el momento de sumergir al bebé en el agua. ¿Cómo hacerlo de forma segura y delicada? Pasa tu brazo por detrás de los hombros del bebé y sujeta una de sus axilas con tu mano. Mientras lo sostienes, puedes comenzar a lavarlo suavemente con la mano libre, empezando por la parte superior del cuerpo y bajando poco a poco.
Lava con cuidado los genitales, usando agua tibia y un limpiador suave formulado especialmente para recién nacidos. Limpia con delicadeza la zona, prestando atención a los pliegues de la piel. Sécalo bien, sin frotar. Este paso es fundamental no solo durante el baño, sino también en cada cambio de pañal.
¿Cuánto debe durar el baño?
La duración depende de tu bebé. En general, el baño no debería durar más de 10 a 15 minutos. Si al bebé le encanta estar en el agua, puedes dejarlo unos minutos más; en cambio, si no le gusta y empieza a llorar, es mejor hacerlo rápido.
Primer baño del recién nacido: ¿cuándo se puede hacer?
Por lo general, se recomienda hacer el primer baño después de que se haya caído el cordón umbilical, lo cual ocurre alrededor del día 10 al 15 de vida. Esto se debe a que el agua puede interferir con el proceso de cicatrización de la piel alrededor del ombligo. Además, es importante mantener esa zona bien seca y desinfectada para prevenir cualquier riesgo de infección. Hasta entonces, puedes limpiar a tu bebé bajo el chorro de agua o usar un paño de algodón suave humedecido con agua tibia.
Sin embargo, si deseas bañar a tu recién nacido antes de que se caiga el cordón umbilical, puedes hacerlo con cuidado, asegurándote de secar muy bien la zona del ombligo y de no dejar al bebé mucho tiempo en el agua.
¿Cuándo bañar al recién nacido?
En general, no existe una hora “correcta” para bañar al recién nacido: puedes elegir el momento que sea más adecuado para ti y para tu bebé. Sin embargo, puede ser útil establecer un horario fijo en el día para la higiene, creando así una rutina agradable para ambos. Un momento muy recomendado es por la noche, antes de dormir, ya que el baño tiene un efecto relajante y puede ayudar a tu bebé a tranquilizarse, siendo una excelente forma de favorecer su sueño.
¿Baño antes o después de la toma?
Se recomienda bañar al recién nacido antes de la toma. Así, el bebé estará más tranquilo y relajado durante el baño. Además, el baño puede estimular su apetito y prepararlo para alimentarse después. De todos modos, no hay ninguna contraindicación si decides bañarlo después de la toma.
¿Con qué frecuencia se debe bañar al recién nacido?
La frecuencia del baño depende de tus necesidades y de las preferencias del bebé. El baño puede hacerse una o dos veces por semana, y no es necesario hacerlo todos los días. Sin embargo, en verano o cuando hace más calor, puede ser conveniente aumentar la frecuencia.
Eso sí, evita excederte para no resecar ni deshidratar la delicada piel del recién nacido, y utiliza siempre productos específicos para su piel sensible.
¿Qué se necesita para el baño del recién nacido?
Preparar y bañar a tu bebé es un verdadero acto de amor: cada detalle cuenta para asegurar que ese momento sea tranquilo y feliz. Aquí tienes todo lo que necesitas:
- Tina para baño: elige una tina cómoda y segura donde puedas sumergir al bebé.
- Termómetro: es esencial para asegurarte de que la temperatura del agua sea la adecuada, tanto antes como durante el baño.
- Jabón suave: elige un jabón sin tensioactivos tipo SLES y con pH neutro, para respetar la delicada piel de tu bebé.
- Toalla suave: para envolver al bebé inmediatamente después del baño.
- Ropa limpia y pañal: ten a la mano un cambio completo sobre el cambiador.
- Juguetes: puedes incluir algunos juguetes pequeños para el agua, como el clásico patito de hule.
Además, recuerda mantener siempre el contacto verbal con tu bebé: hablarle refuerza el vínculo entre ustedes y hace que la experiencia del baño sea más tranquila y agradable.
Seco y apapachado: ¿qué hacer después del baño?
Envuelve a tu bebé en una toalla suave y sécalo con toquecitos delicados, sin frotar, para no irritar su piel. Puedes usar toallas especiales para bebés, de forma cuadrada y hechas de felpa suave. Al secarlo, presta especial atención a los pliegues de la piel, ya que si quedan húmedos podrían causar irritaciones. Por eso, para asegurarte de que cada rincón de su piel quede bien seco, puedes considerar el uso de un talco sin talco (alternativo al talco tradicional, formulado con almidones naturales).
Para la higiene de las orejas, lo ideal es usar una gasa estéril ligeramente humedecida con solución salina para limpiar el pabellón auricular. Es importante hacerlo con mucho cuidado, evitando introducirla en el conducto auditivo.
El momento después del baño también es una oportunidad especial para fortalecer el vínculo con tu bebé. Háblale, míralo a los ojos y dale un masaje tierno. Estos gestos no solo favorecen su desarrollo cognitivo, sino que también le transmiten seguridad y tranquilidad.